miércoles, 4 de marzo de 2020

Conclusión de las once y media pasadas.

No estoy mal como para escribir, pues parece que mi inspiración siempre ha sido sentirme triste.

Estoy nostálgico, no por nada en concreto... Bueno, tal vez sí que algunos recuerdos me ayudan. Pero es más bien un marco general.

¿Qué puedo decir sin dedicar esto a nadie si no a mi? No digo nada, pues estoy bien.

martes, 17 de diciembre de 2019

Mi relato corto se llama Manuel

Empezar un relato corto no siempre es fácil, algunas veces empiezas simplemente a improvisar y vas notando cómo entran las ganas de escribir por la yema de los dedos conforme tecleas la pantalla, y luego notas como a través de ellas llegan al teclado sensaciones, ideas, recuerdos y pensamientos.

Mi relato corto dura poco, unos meses de vida, una vida de amor. De castillos en Madrid, anillos en los dedos, hijos con mis ojos y fuertes ganas de querernos.
 Mi relato corto también trata de miedo a la soledad, alegría al encontrarnos en el S. XXI e incredulidad al escuchar sus ganas de tenerme con él.

Mi relato corto trata de la preciosa aventura de hacer el tonto, dejarse caer y llevar por el amor, notar como se deja invadir mi cuerpo y mi mente.

Mi relato corto trata de pequeñas rosas en la calle, cenas bajo la ciudad y canciones de Elvis Presley.

Mi relato corto trata que lo quiero, lo perdono, le digo gracias y le deseo lo mejor.

Mi relato corto trata de que ojalá no fuese tan corto.

Mi relato corto termina aquí. 

martes, 27 de septiembre de 2016

Ícaro

Caen mis plumas una a una, las arranca la verdad veraz del Sol; pero caen sin bailarle al aire, caen del peso de la desilusión, del tedioso aleteo en el que se convierte el anhelo al querer subir más arriba.

Más que alas parecen, piedras. Piedras de color gris, del frío color de las palabras tenaces de los mayores; de los que admiran mis inútiles alas del color con el que se maquillan las nubes antes de llorar.
Piedras parecen mis alas que caen dañando a otros pájaros. 

Mejor no hacerle daño a nadie, no quiero dañar a quienes tienen de verdad alas para volar, para reflejar con su blanco la luz del veraz Sol; mejor dejar de ser aire y convertirme en lo que soy.


lunes, 17 de agosto de 2015

Doesn't rain, not at least from clouds.

Es increíble el amor por los recuerdos, la nostalgia por cosas que ahora carecen en existencia y la melancolía sobre momentos que parece que nunca ocurrieron.

Es increíble el sentimiento de todos formado uno y uno formando todos, su equilibrio y su poder, frágil y duro, débil y fuerte.

Es increíble que nos duela más cuando se va alguien que cuando nos vamos nosotros, es increíble como es posible que mueran las situaciones al igual que las personas, increíble que mueran cientos de futuros, que mueran esos condicionales que tanto ansiamos.

Es increíble que yo escriba, pero es que es increíble sobre lo que escribo.

Y es que todavía existen personas, personas que vale la pena conocer, que hay que nacer en ellos relaciones y amores, experiencias y recuerdos, porque si no nacen, nunca morirán esos posibles condicionales y tampoco tendrán la oportunidad de existir en la memoria; nunca caerán esas lágrimas de alegría amarga y tristeza dulce, porque sino, nosotros nunca podremos comprender qué fue ser uno siendo todos, y todos siendo uno.

domingo, 17 de mayo de 2015

Enfermedades

Sienta tan raro volver a empezar. Seguir.

Hace unos momentos de mi boca entre abierta salían palabras como si de una borbotea emocional se tratase. Ahora me encuentro golpeando sin vacilación el teclado, como si este fuese mi víctima a la que maltrato. No me produce placer, tampoco desagrado, me es indiferente.

Es triste. Pensar que me es indiferente dejar un poco de mi otra vez en un texto. Aunque sea una recopilación de bits. Tan fría y tan oscura ahora y siempre ha sido mi mente.

Sólo pienso en como sufriré mañana para no querer dejar de sufrir. Porque necesito el dolor para sentir que sigo vivo. Necesito dejar que mi corazón se sienta mal, oprimido y agobiado, necesito que se queje y me lo grite, que me diga que siga y yo seguir. Necesito llenar mis pulmones de alquitrán, carbón y luego otra vez hacer un borrón y cuenta nueva. Necesito llenar mi estómago sea de alcohol o refacción. Necesito emborrachar, colocar o matar un poco mi cuerpo. Necesito sentir que la sangre no corre sólo por mis venas, que también sea por mis manos. Necesito enfermar todavía más.

Estoy enfermo y debo combatir mi enfermedad con más enfermedad. Necesito sacar de mi cabeza este tumor que me está volviendo otra vez a ser persona, que me vuelve débil, que me hace daño.

Malditas voces que quieren que haga ambas cosas. Maldita la voz del corazón. Maldita también la de Dios. Maldita sea todo lo que me rodea porque me hace darme cuenta que yo todavía estoy cuerdo y los demás no.

Odio esta sensación, odio ser humano, odio al odio, odio al amor.

Odio esta sensación que no se va y siempre está. Que nunca me abandona, que sólo duerme a veces y vuelve a despertar.

Odio ser humano por odiar.

Odio al odio por hacerme antes amar.

Odio al amor por recordarme que tengo un corazón podrido, de poeta muerto, de agua estancada, de ceniza olvidada.



Odio porque me siento vivo, porque amo, como, bebo, fumo, ando, oigo, miro, escucho, toco, escribo. Odio porque quiero. Porque estoy enfermo y no quiero dejar de estarlo, porque perderé de nuevo mi cordura.

He visto a muchos caer y luego resurgir, yo no quiero caer y luego resurgir. Quiero arder como arde mi cigarro cuando me lo fumo; quiero arder mientras ando y notar tras cada momento abrasador como mi cuerpo se hace, sin olvidar que todavía porta la enfermedad. No quiero resurgir porque no quiero olvidar. Quiero recordar.



Quiero recordar que todavía estoy enfermo.


lunes, 25 de agosto de 2014

Amigo, amante, hijo, padre.

La gente debería hablar más consigo mismo, pues somos, en la mayoría de las veces, grandes personas a las que no damos la oportunidad de conocernos. Un amigo, un amante, un hijo, un padre, una divinidad, una monstruosidad. ¿Cuánto nos perdemos al no querer quedarnos a solas?


jueves, 14 de agosto de 2014

No me entiendo.

No me entiendo. Estando solo quise dejar la soledad; estando con amigos quise estar con alguien; estando contigo decidí estar sin ti; estando sin ti, quiero estar solo.

Es verdad que la vida da vueltas, pues al parecer sigue un destino con forma de circunferencia, que parece moverse pero en realidad está quieto, somos nosotros los que nos movemos por él. Porque con cada nueva vida que nace, es una vida que no conoce ese destino y entra desde el comienzo en esa corriente, para dar vueltas, pues sólo conoce el destino aquel que decide repasar el antes y el ahora.
La historia se repite, se estudia porque nos dicen "sabiendo el pasado no cometeremos los mismos fallos en el futuro". Pero aquí estamos, cometiendo siempre los mismo fallos, para luego aconsejar a los allegados y que éstos cometan los mismos errores y vuelva a empezar el círculo.

No me entiendo. Estoy escribiendo éstas palabras pensando que así me encontraré, que tal vez pueda solucinarme, arreglarme. Echo las culpas a los demás e inmediatamente pienso que no, que la culpa no es del mundo, es mía, pero luego me doy cuenta que porque va a ser mía la culpa, y me quedo en blanco, y me quedo preguntando, que ¿cómo diablos voy a saber de quién es la culpa? Maldita sea, ¿hay acaso culpables aquí? ¿Sois vosotros? ¿Soy yo? ¿Es aquel del que dudamos unos y veneramos otros? ¿Acaso es que estoy roto y no soy capaz de llegar a la conclusión? Puede que salí defectuoso o que en cierto momento en el que pensaba que alcanzaba la felicidad una parte de mi se rompió.

No me entiendo. Digo tanto y a la vez no digo nada, estoy parado, sin seguir el camino en círculos, parado, sin ir con la corriente ni contra corriente, parado, como una piedra a la cual no tienen en cuenta como vida. Estoy parado y lo único que tengo claro es que lo echo de menos. Que escribo y me pregunto todo ésto con tal de no pensar en ti.

Fuiste el primero, ¿será por eso que no puedes salir de mi cabeza? ¿Será por eso que siento que yo no salgo de la tuya? Con cada respiración me aprieta el pecho y me falta aire. Que con cada mirada mía al espejo recuerdo la tuya. Te has metido tan dentro de mi que ahora te veo en mi reflejo.

He olvidado contar de tantas lágrimas que han caído por mi rostro. He olvidado todo lo que me rodea excepto tu recuerdo, tu caricia, tu tímida sonrisa, tu olor. Tu sabor.

Ésta es mi maldición. Estoy maldito con tu recuerdo y a la vez bendito con el mismo. Estoy maldito porque estoy roto. Estoy roto porque pensé en ser feliz. Y estoy triste porque salí de mi tristeza.